“La bolsa es un mecanismo por el cual se transfiere dinero del impaciente al paciente” – Warren Buffett. Tal como lo indica la frase del máximo gurú de las inversiones, podemos tener la mejor estrategia, pero si la abandonamos en el camino porque la impaciencia nos gana seguramente salgamos a vender en el peor momento. El colega Andres Cardenal nos va a dar su opinión en base a un estudio estadístico que profundiza en este tema.
Escrito por Andres Cardenal, CFA – Sala de Inversión
Uno de los factores más importantes a tener en cuenta en materia de inversiones es tener un horizonte de largo plazo. La evidencia empírica es concluyente al respecto: incluso las mejores estrategias de inversión, es decir las más rentables a largo plazo, atraviesan por etapas de retornos decepcionantes.
Uno de los errores más frecuentes que suelen cometer los inversionistas es cambiar de estrategia cuando la misma está atravesando una etapa de debilidad en los retornos. Lamentablemente, esto suele tener un costo enorme sobre los retornos a largo plazo, ya que habitualmente el inversor abandona la estrategia en el peor momento posible, o sea cuando la tendencia en los retornos está cerca de empezar a mejorar.
Aunque pueda parecer difícil de creer, incluso una estrategia de inversión absolutamente perfecta en cuanto a los retornos de largo plazo atravesaría etapas con alta volatilidad y retornos decepcionantes a corto plazo. En otras palabras, aún si tuviéramos una bola de cristal que nos permitiera ver el futuro y saber cuáles son las acciones que mayores retornos van a tener, invertir en esas compañías implicaría tener que aceptar turbulencias considerables en el corto plazo.
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Dios como gestor de inversiones
La empresa de gestión de fondos Alpha Architect publicó en febrero de 2016 un estudio estadístico bajo el título “Incluso Dios Sería Despedido Como Inversor Activo” (Even God Would Get Fired as an Active Investor).
El trabajo es más que interesante, y analiza los retornos que hubiera obtenido un gestor activo de capital que pudiera conocer exactamente el futuro. Es decir, el gestor de inversiones en este caso sería Dios, ya que sabe exactamente cuánto van a rendir las diferentes acciones en los próximos años, y cuenta con la posibilidad de seleccionar las de mayor retorno esperado.
Estadísticamente el universo de acciones se divide en 10 grupos diferentes en base a sus retornos futuros durante los próximos cinco años. El grupo de menores retornos genera una pérdida anual compuesta del 15%, y el de mayores retornos produce una ganancia del 29% al año.
Posteriormente, el estudio analiza qué clase de retornos obtendría un gestor de inversiones que tuviera la capacidad de invertir solo en el universo del 10% de las mejores acciones del mercado en base a sus retornos futuros.
Como ya hemos dicho, la tasa de retorno anual compuesta sería de 29%, lo cual es verdaderamente extraordinario. Este resultado no llama para nada la atención: después de todo, estamos asumiendo que el gestor de activos conoce con exactitud cuáles son las mejores inversiones para comprar gracias a que cuenta con información perfecta sobre el futuro.
Sin embargo, el punto saliente es que esta estrategia hubiera tenido algunos ajustes considerables. A lo largo de los años, esta estrategia perfecta hubiera tenido 10 ajustes diferentes que provocaron cada uno de ellos una pérdida superior al 20% del capital del inversionista.
En algunos casos, incluso, las pérdidas hubieran sido mucho peores. Entre agosto de 1929 y mayo de 1932, el portafolio gestionado por Dios hubiera perdido un 75,94% de su valor. Incluso más cerca en el tiempo, entre mayo de 2008 y finales de febrero de 2009, el valor de la cartera habría caído un 40,75%.
Este dato es de una magnitud reveladora. Son pocos los inversores que mantienen la paciencia y la disciplina cuando van perdiendo un 30% o un 40% de su capital. Sin embargo, incluso una estrategia perfecta de inversión en acciones, la cual es espectacularmente rentable a largo plazo, hubiera tenido pérdidas de magnitud considerables en el tiempo.
Apostando al alza y a la baja
En alguna medida, la volatilidad del portafolio perfecto puede explicarse por cuestiones relacionadas al mercado de acciones en general. Cuando el mercado cae abruptamente ninguna compañía individual está a salvo, por más sólidos que sean los fundamentos de esa empresa puntual.
¿Qué sucede entonces si el portafolio perfecto puede apostar tanto al alza como a la baja? En este caso, se compra el 10% de las acciones con mayor rentabilidad futura y se vende en corto el 10% del universo con los menores retornos futuros.
Esta cartera de inversión perfecta, que apuesta tanto al alza como a la baja, tendría un retorno anual compuesto del 46,23%, lo cual es verdaderamente espectacular. Sin embargo, también atravesaría períodos de grandes pérdidas con una caída del 47,28% en 2011.
Irónicamente, no sería de extrañar que muchos inversionistas abandonaran la estrategia luego de pérdidas de semejante magnitud en un año puntual.
En general, se suelen comparar los retornos de los gestores activos de fondos frente a un benchmark como el índice S&P 500. En el caso de la estrategia perfecta con exposición alcista y bajista, la misma tendría varios períodos con retornos por debajo del índice a lo largo del año. De hecho, en el año 2010, la estrategia estaría más de un 50% por debajo del retorno del índice. No es difícil imaginar que muchos inversionistas podrían perder la paciencia frente a una estrategia que está un 50% debajo del indicador en un solo año.
Más allá de los detalles matemáticos, es muy importante tener bien en claro el significado de este trabajo estadístico. Incluso si pudiéramos construir una estrategia absolutamente perfecta en cuanto a los retornos de largo plazo, deberíamos atravesar en el corto plazo etapas con retornos por debajo del promedio, e incluso con grandes pérdidas.
En conclusión, las etapas de retornos desalentadores en el corto plazo son inevitables, y es absolutamente necesario tener una mirada de largo plazo si pretendemos maximizar nuestros retornos en el mercado a lo largo de los años.
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